Sigmund Freud, médico austriaco considerado el padre del psicoanálisis. Se interesó en el área de la neurología y psiquiatría, por lo que realizó diversas investigaciones sobre afecciones mentales. Debido a sus estudios sobre la histeria y a su trabajo con Jean-Martin Charcot se le relaciona con el término hipnosis. Gracias al trabajo que realizó con diversos colegas, logró establecer las bases de su doctrina; el psicoanálisis, la cual se basa en métodos como la asociación libre y el análisis de los sueños. "Infancia es destino" para Freud todos los conflictos de la edad adulta tiene un origen en como enfrentamos los primeros años de vida. Su trabajó fue muy controversial en su época, ya que postuló a la sexualidad como eje central de su teoría. Aunque Freud tuvo poca experiencia directa con niños, su teoría del desarrollo es un estudio de la primera infancia; los primeros 5 años son los más importantes para el desarrollo de la personalidad.
Periodo Infantil
A pesar de lo que se creía en su época, Freud estableció que los niños pequeños poseen una vida sexual y viven un periodo de desarrollo de su sexualidad durante los primeros 5 años de vida. Hoy en día se acepta la idea de que los niños muestran cierto interés por los genitales y el placer sexual (de acuerdo a los conceptos de su edad). Freud dividió el periodo infantil en tres fases, en función de la zona que causa placer.
Fase oral

Fase anal

Ya en la segunda subfase la agresividad baja, los pequeños suelen mostrar interés en las heces, y al entender el deseo de los padres, las muestran en forma de un regalo. Es importante aceptar el obsequio del niño para generar en el cierta seguridad, lo que hará que de adulto se comporte de manera generosa. Sin embargo si el regalo es rechazado de forma agresiva, se genera una gran ansiedad en el niño, lo que hará que retenga las heces al pensar que dejarlas salir es algo malo, estableciéndose un tipo de personalidad al ser adulto. El carácter anal se establece cuando el niño encuentra cierta satisfacción al retener las heces, son personas que gustan de la posesión de objetos, suelen ser excesivamente ordenados, a esto también se le conoce como la triada anal; orden, tacañería y obstinación.
Fase Fálica
Comprende entre los 3 y 4 años, en esta etapa los pequeños encuentran placenteros sus genitales, se muestran curiosos con las diferencias entre hombre y mujer. Debido a esta gran curiosidad que sienten, es normal que los niños toquen sus genitales, sin embargo, son reprimidos debido a las reglas sociales. La forma en que se reprima esta conducta, impactará de gran manera en el desarrollo de su personalidad. Se recomienda que se le explique al pequeño sobre lo mal visto de su comportamiento, pero enfatizando que es normal que sienta curiosidad, esto se debe hacer con paciencia y afecto. De lo contrario se pueden esperar diversos trastornos en la vida adulta relacionados con la aceptación de su sexualidad.
Es en esta fase donde surge el conocido complejo de Edipo y complejo de Edipo femenino (complejo de Electra). Este complejo se presenta cuando el niño o niña se identifican con el progenitor del mismo sexo, por lo que intenta ser él o ella, sin embargo esta identificación hace que sienta cierta atracción hacia el progenitor del sexo contrario, generando sentimientos ambivalentes hacia el progenitor con el que se identifica. Debido a esta rivalidad, en los niños varones surge la ansiedad de castración; miedo a que le corten los genitales como castigo por parte del padre. Este tipo de pensamiento se debe a que el niño observa que la madre no tiene un pene, por lo que infiere que se lo cortaron, generando un miedo a que le pase lo mismo. Por otra parte en las niñas surge la envidia de pene, al darse cuenta de los privilegios con los que cuentan los niños, se muestran molestas; quisieran ser varones. Las niñas experimentan un deseo por ser hombres, o poseer a uno, este deseo se transforma en uno por tener un bebé varón, haciendo común en las niñas el juego de "la mamá". En este complejo edípico, la niña responsabilizará a su madre por haberla traído al mundo sin un pene, mostrándose distante y agresiva con ella. Cuando las niñas reconocen su castración (falta de pene) e inferioridad respecto a los niños, se rebelan contra ellos, esto es de tres maneras; pueden renunciar a su sexualidad, tanto femenina como masculina, desarrollando una fuerte hostilidad hacia su madre; la segunda es aferrarse a su masculinidad de manera desafiante, o pueden desarrollarse de manera normal, asumiendo su sexo.
Es necesario que los pequeños atraviesen este proceso para poder establecer una personalidad. La forma en que afronten esta etapa determinara como viven su sexualidad en la edad adulta, así como la figura con la que se identificaran y tomaran de modelo. Durante esta fase surge el superyo, que es la parte de la psique que regula las reglas morales. Al final, los niños son capaces de identificarse con la figura de su mismo sexo, esperando ser como ellos sin ser ellos.
Fase de latencia
Ya en el cuarto o quinto año de vida, los niños ya han formado un sentido de normas morales, por lo que su sexualidad entra en una etapa de adormecimiento. Esto es debido a diversos factores: fisiológicos, el niño siente culpa de actos inmorales y debido a que en esta etapa ingresan a la escuela, se encuentran concentrados en otros aspectos de su vida; amigos, familia y escuela.
Fase genital
La pubertad despierta el deseo sexual en los niños, entrando en una segunda fase que muestra diferencias fundamentales con el periodo infantil, ya que son conscientes de su propia sexualidad y sus consecuencias. Ya adolescentes, renuncian al autoerotismo, orientando su energía sexual hacia otra persona, siendo conscientes de la posibilidad de reproducción. A diferencia de la fase Fálica, el sexo femenino adquiere el mismo estatus que el masculino, y ya no es una fuente de ansiedad para los varones, al contrario, se transforma en una fuente de satisfacción. Es en esta fase donde todas las anteriores se integran para establecer una estructura de personalidad, con la cual se afronta la sexualidad, de la que se hace consciencia. Esta fase se extiende hasta la adultez, en donde se continúa experimentando una sexualidad consciente. Cabe mencionar que la persona al llegar a esta etapa ya no solo busca los placeres básicos de sobrevivencia, sino que ya es capaz de experimentar placer con actividades o situaciones externas, como lo es un trabajo, un hobbie, etc.
Freud establecía que una persona que ha logrado atravesar estas fases sin presentar alteraciones, había alcanzado la madurez. Sin embargo, fue totalmente consciente de que era casi una situación utópica, ya que es muy difícil encontrar a una persona que no haya tenido dificultades en su vida.
Es en esta fase donde surge el conocido complejo de Edipo y complejo de Edipo femenino (complejo de Electra). Este complejo se presenta cuando el niño o niña se identifican con el progenitor del mismo sexo, por lo que intenta ser él o ella, sin embargo esta identificación hace que sienta cierta atracción hacia el progenitor del sexo contrario, generando sentimientos ambivalentes hacia el progenitor con el que se identifica. Debido a esta rivalidad, en los niños varones surge la ansiedad de castración; miedo a que le corten los genitales como castigo por parte del padre. Este tipo de pensamiento se debe a que el niño observa que la madre no tiene un pene, por lo que infiere que se lo cortaron, generando un miedo a que le pase lo mismo. Por otra parte en las niñas surge la envidia de pene, al darse cuenta de los privilegios con los que cuentan los niños, se muestran molestas; quisieran ser varones. Las niñas experimentan un deseo por ser hombres, o poseer a uno, este deseo se transforma en uno por tener un bebé varón, haciendo común en las niñas el juego de "la mamá". En este complejo edípico, la niña responsabilizará a su madre por haberla traído al mundo sin un pene, mostrándose distante y agresiva con ella. Cuando las niñas reconocen su castración (falta de pene) e inferioridad respecto a los niños, se rebelan contra ellos, esto es de tres maneras; pueden renunciar a su sexualidad, tanto femenina como masculina, desarrollando una fuerte hostilidad hacia su madre; la segunda es aferrarse a su masculinidad de manera desafiante, o pueden desarrollarse de manera normal, asumiendo su sexo.
Es necesario que los pequeños atraviesen este proceso para poder establecer una personalidad. La forma en que afronten esta etapa determinara como viven su sexualidad en la edad adulta, así como la figura con la que se identificaran y tomaran de modelo. Durante esta fase surge el superyo, que es la parte de la psique que regula las reglas morales. Al final, los niños son capaces de identificarse con la figura de su mismo sexo, esperando ser como ellos sin ser ellos.
Fase de latencia
Ya en el cuarto o quinto año de vida, los niños ya han formado un sentido de normas morales, por lo que su sexualidad entra en una etapa de adormecimiento. Esto es debido a diversos factores: fisiológicos, el niño siente culpa de actos inmorales y debido a que en esta etapa ingresan a la escuela, se encuentran concentrados en otros aspectos de su vida; amigos, familia y escuela.
Fase genital
La pubertad despierta el deseo sexual en los niños, entrando en una segunda fase que muestra diferencias fundamentales con el periodo infantil, ya que son conscientes de su propia sexualidad y sus consecuencias. Ya adolescentes, renuncian al autoerotismo, orientando su energía sexual hacia otra persona, siendo conscientes de la posibilidad de reproducción. A diferencia de la fase Fálica, el sexo femenino adquiere el mismo estatus que el masculino, y ya no es una fuente de ansiedad para los varones, al contrario, se transforma en una fuente de satisfacción. Es en esta fase donde todas las anteriores se integran para establecer una estructura de personalidad, con la cual se afronta la sexualidad, de la que se hace consciencia. Esta fase se extiende hasta la adultez, en donde se continúa experimentando una sexualidad consciente. Cabe mencionar que la persona al llegar a esta etapa ya no solo busca los placeres básicos de sobrevivencia, sino que ya es capaz de experimentar placer con actividades o situaciones externas, como lo es un trabajo, un hobbie, etc.
Freud establecía que una persona que ha logrado atravesar estas fases sin presentar alteraciones, había alcanzado la madurez. Sin embargo, fue totalmente consciente de que era casi una situación utópica, ya que es muy difícil encontrar a una persona que no haya tenido dificultades en su vida.
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