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jueves, 24 de abril de 2014

Psicología del embarazo


Psicología del embarazo 



Cambios psíquicos durante el embarazo

El embarazo se caracteriza por una creciente sensibilidad emocional, se presenta una gran necesidad de revisar y comprender los vínculos primarios para poder relacionarse afectivamente con el recién nacido. A este proceso Monique Bydlowski (psiquiatra francesa que ha pasado más de treinta años trabajando con embarazadas y puérperas en una gran maternidad parisina) lo llamó  “transparencia psíquica”, el cual describe como el estado psíquico que se desarrolla gradualmente para alcanzar un grado de sensibilidad creciente durante el embarazo y especialmente al final. Se caracteriza por un resurgir de recuerdos del pasado de su propia niñez.  Esto conlleva, una reactivación de procesos psicológicos anteriores no resueltos y puede llevar a una reagudización de duelos anteriores pendientes. Por otra parte Grete L. Bibring describe el embarazo como una crisis que revuelve identificaciones y conflictos no resueltos, y ofrece una oportunidad para encontrar soluciones más adaptativas mediante una nueva organización de la personalidad.




Durante el segundo trimestre del embarazo se presentan las llamadas “representaciones maternas”, en donde los movimientos fetales actúan como un estímulo proyectivo a partir del cual las madres elaboran las fantasías derivadas de su relación con su propia madre. La dificultad materna para elaborar una representación organizada de función parental durante el embarazo predice y pronostica una situación de riesgo perinatal, por la ausencia de modelo maternal con el que la mujer se pueda identificar.
El vínculo con el bebé empieza a formarse durante el embarazo, y está afectado por una serie de factores interpersonales y ambientales como son la calidad de la relación de pareja, el apoyo social, la presencia de estresores, la dinámica intrapsíquica sobre cómo se concibe el bebé y sobre todo, la manera en que la madre fue criada por sus propios padres. Selma Fraiberg señala que la diferencia entre padres abusados que eran capaces de superar sus traumas y tratar bien a sus bebés y los que repetían el trauma, estaba en la capacidad de recordar el dolor y no utilizar defensas como la evitación, la negación, la represión o la desconexión.



Efectos del estrés durante el embarazo

El efecto de la ansiedad materna en el embarazo probablemente sea mucho más grave y duradero en el bebé de lo que se pensaba y sus efectos sobre el neurodesarrollo más severos que los de la depresión posparto.

Estudios realizados en ratones

Los ratones de ratas estresadas durante el embarazo mostraban menos interés en explorar en una situación nueva.

Estudios realizados en primates

Las crías pesaban menos, presentaban un retraso del desarrollo psicomotor, presentando una menor capacidad de atención. Cuando a los seis meses a estas crías se les exponía a una situación novedosa o desconocida tenían más alteraciones de conducta y menor tendencia a explorar el entorno, se dormían en respuesta al estímulo.
Las crías de madres que han sufrido estrés en el embarazo son también hipersensibles al estrés y producen más cortisol que las crías del grupo control. La liberación de cortisol materno pasa a la placenta y afecta al desarrollo del hipocampo y la amígdala fetal. Si hay estrés en algunos momentos críticos de la vida fetal algunas áreas cerebrales se desarrollan programadas para una situación de estrés permanente lo que da lugar a la conducta mal adaptada que se observa posteriormente. 

Estudios realizados en humanos

El estudio ALSPAC (Avon Longitudinal Study of Parents and Children) ha sido el estudio de seguimiento más importante por su magnitud y que ha confirmado el efecto duradero que tiene la ansiedad en el embarazo sobre el desarrollo de los niños.  
Las mujeres con acontecimientos vitales estresantes durante el primer trimestre tienen un mayor riesgo de tener un aborto espontáneo, alteraciones congénitas como labio leporino, parto prematuro y bajo peso.
A mayor estrés materno parece haber menor reactividad de la frecuencia fetal, lo que puede favorecer la conducta inhibida en la infancia. Se ha observado una asociación muy significativa entra la ansiedad materna en el tercer trimestre y las alteraciones de conducta y problemas emocionales en la primera infancia; temperamento difícil a las 10 semanas y los 7 meses así como también  pasan más tiempo dormidos, y menos tiempo en alerta activa.


El efecto de la ansiedad materna es diferente en distintos momentos del embarazo, así niveles altos de ansiedad en la semana 18 se asocian con una mayor incidencia de zurdos o problemas de lateralidad. Al llegar a la adolescencia los hijos de madres que han tenido alta ansiedad en la primera mitad del embarazo presentan una mayor impulsividad y una menor puntuación en las escalas de inteligencia.
El cortisol materno a las 24 semanas predice las alteraciones en la adaptación de los lactantes a los 3 y 8 meses de edad. Los hijos de madres que habían tenido más estrés en el embarazo tenían niveles más altos de cortisol. 
La ansiedad materna en la semana 32 predecía problemas graves de conducta en niños; hiperactividad y déficit de atención a los cuatro años, a los seis y siete años seguían mostrando problemas de conducta y alteraciones emocionales.
Las mujeres con ansiedad en el embarazo tiene tres veces más probabilidades de tener síntomas depresivos intensos en el puerperio.



Parto natural

La descarga de adrenalina que se produce durante el parto estimula la amígdala, que tiene un papel importante en la memoria olfativa. El olor materno es muy llamativo para los bebés y se cree que su reconocimiento temprano facilita el establecimiento de la relación de apego y su adaptación al ambiente postnatal, además de ayudarles a distinguir mejor la leche de su madre.




Cesárea

En una cesárea programada la transición neurohormonal es absolutamente brusca, de forma muy diferente a como sucede en un parto fisiológico o vaginal, presentándose una dificultad tanto para el bebé como para la madre en la orientación olfatoria para el inicio de la lactancia, afectando la respuesta maternal. La madre tiene una respuesta significativamente menor en el cerebro al llanto de su bebé, lo que suele asociarse con dificultades en la memoria espacial y otras funciones en la edad adulta.
La cesárea es percibida como una experiencia menos satisfactoria, asociándose con más frecuencia a depresión postparto.



Al momento de nacer

Es importante el contacto piel con piel inmediato, ya que conserva la energía, ajusta el balance ácido base y la respiración, calmando al bebé. También ayuda a la madre: adapta su sistema digestivo, y cambia la conducta maternal. Los estímulos físicos y táctiles llevados a cabo entre la madre y su recién nacido son de gran relevancia para el futuro neurodesarrollo de éste, ya que implican una serie de modificaciones en su programación genética, con efectos que persisten a largo plazo. Al favorecer el contacto íntimo madre-bebé tras el nacimiento, se produce una elevación de los niveles de oxitocina en el cerebro del bebé que a su vez, implican una serie de cambios neuroanatómicos que perduran con el tiempo y permiten que, llegada la edad adulta, ejerza una actitud de apego mayor para con sus descendientes.




La conducta materna espontánea tras el parto incluye mirar a los ojos del bebé, vocalizar en tono alto, expresiones positivas, tacto afectivo y caricias. Las interacciones coordinadas con la madre proveen el input crítico para la maduración del cerebro social.
La falta de contacto conlleva una alteración de la respuesta en la edad adulta al estrés o la ansiedad.  El impacto de pasar las dos primeras horas de vida separados se traduciría en una peor interacción madre-bebé al año de vida.
Si la madre, por su estado de salud, no puede estar en contacto piel con piel con su hijo se ha mostrado que el contacto piel con piel inmediatamente tras el parto con el padre puede ser beneficioso para ambos. Estos niños presentan menos llanto, se muestran más calmados y adquieren un comportamiento más organizado de forma más precoz.

Un buen acoplamiento entre la madre y el recién nacido ayuda a mitigar cualquier alteración que haya existido durante la vida fetal. El sistema nervioso de los bebés es muy plástico tanto para absorber daños como beneficios en este periodo del desarrollo.


Prematurez

Los bebes prematuros separados de sus madres presentan niveles de glucorticoides en sangre hasta 10 veces mayores que si permanecen piel con piel junto a sus madres. Estos niños precisan cuidados intensivos y se encuentran expuestos al dolor, lo que puede generar  alteraciones de la conducta a lo largo de su vida. Un método de intervención es el NIDCAP (Newborn Individualized Developmental Care  and Assessment Program), este método es conducido por profesionales entrenados en neurodesarrollo, se aplica para disminuir los efectos devastadores sobre el cerebro de los bebés. 


La lactancia

La leche materna contiene oxitocína, la cual actúa como ansiolítico en el sistema nervioso central del recién nacido, facilitando un rápido condicionamiento asociado al olor materno y al mantenimiento de la memoria de este ambiente inicial.
Las madres que lactan describen con mayor frecuencia un estado de bienestar y menor ansiedad, interactuando de forma positiva con sus bebés, dirigiéndoles más caricias y sonrisas, que aquellas que utilizan lactancia artificial.





El apego

La conducta de apego involucra un vínculo afectivo persistente a través del tiempo, con una persona específica, emocionalmente significativa y no intercambiable, que despierta el deseo de mantener la proximidad de esta figura y produce estrés cuando se presenta una separación involuntaria.
La teoría de la conducta de apego está basada en la premisa de la existencia de una motivación aprendida, que se codifica genéticamente y permite al infante formar un vínculo con una figura específica, para obtener de ella una “base segura”, que le permita la exploración de su propio mundo externo. 


La base segura tiene las siguientes características:

·       - Reflectividad o empatía: Capacidad de entender lo que siente el niño en cada situación.

      -Sensibilidad: capacidad de interpretar adecuadamente las diferentes señales del niño.

·        -Responsividad: capacidad para responder en forma adecuada, efectiva y pronta a las necesidades del infante.

·         -Disponibilidad: capacidad de brindarle al niño la seguridad de su permanencia en cualquier situación donde la requiera.

·         -Validación emocional: capacidad de darle importancia al respaldo emocional puesto en cada conducta. 


La ruptura de este proceso conduce a modelos conflictivos de apego, generando respuestas inadecuadas ante eventos estresantes usuales y predisponiendo la presentación de trastornos mentales.
Varios estudios han demostrado que existe una correlación directa de la teoría del apego, no solamente en el desarrollo neuronal del infante, sino también con cambios en los sistemas neuroendocrinos de la madre, que permiten, finalmente, la iniciación del vínculo entre ambos y la formación del proceso del apego.



El apego del niño por su madre se inicia desde el nacimiento, cuando empieza a percibir los sonido y el olor de la madre y continúa después con el reconocimiento del rostro de su madre y de cualidades adicionales al olor y sonidos del medio ambiente, creándose el puente ambiental pre y posnatal. Durante los primeros días posteriores al nacimiento, la percepción de olores origina cambios en el bulbo olfatorio, que se mantiene hasta la vida adulta.


Una vez se crea la conducta de apego, la separación como evento estresante por excelencia en esta época de la vida, traería consigo diferentes conductas o fases; fase de anhelo y protesta, fase de desesperanza y fase final de desapego.
La falta de una adecuada figura de apego se puede manifestar como alteraciones en la regulación de la temperatura, la función del sistema inmune, la regulación del peso corporal y los patrones de alimentación, la exhibición de conductas autodestructivas, estereotipias motoras, hiper o hipomotilidad y agresividad, con incapacidad para usar la expresión facial como estímulo que permita discriminar tareas de aprendizaje e inhibir respuestas aprendidas e incapacidad para detectar extraños.

Las relaciones de vínculo y apego van a condicionar las respuestas emocionales de los niños y niñas durante sus primeros años y estas experiencias influirán de forma determinante en las sinapsis, en la calidad de las conexiones cerebrales, en el crecimiento del cerebro que, como sabemos, es máximo en el último trimestre del embarazo y en los dos primeros años de vida.



Dormir  con los padres

La lactancia y el sueño compartido durante la noche constituyen un viejo mecanismo de adaptación,  que regula la fisiología de la madre y del niño de manera beneficiosa.
El simple hecho de que los bebés duerman en la habitación de los padres es suficiente para dividir por cuatro el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante.

Necesitamos comprender que los recién nacidos necesitan un hábitat natural para usar todas las competencias que tienen y que, a veces, impedimos que las apliquen cuando les colocamos en un hábitat preparado para nosotros como adultos (cuna).



La etapa embarazo-parto-lactancia, es una oportunidad única de crear lazos afectivos madre-hijo, esto determinará su personalidad, la forma en que establezca sus relaciones personales y por lo tanto su calidad de vida. Sin embargo nada es determinante, siempre hay opciones para complementar alguna deficiencia, lo importante es que los padres disfruten de esta etapa, ya que de ese modo será más fácil para el bebé percibir su amor.